jueves, 3 de diciembre de 2009

Ejercicios

Adviento : tiempo de espera : permanecer alerta, a la escucha, atentos a lo que puede estar pasando, presentes a la Presencia…

Ejercicios concretos para utilizar en la oración personal, en la oración comunitaria, para comenzar la eucaristía o para disponernos a escuchar la Palabra y que nos pueden ayudar a vivir estas actitudes en la oración para que después permeen la vida cotidiana, y también al revés:

- sentado, sentada, con la espalda recta, sobre los dos isquiones, me hago consciente de mi respiración, y a través de la respiración, me voy haciendo consciente de cómo vengo a la oración ( acelerado, triste, cansada, en paz, contenta, apurado… ) . En cada expiración voy dejando salir esos sentimientos, actitudes… y los voy dejando en manos del Señor : (yo estoy así, El se encarga de mí, yo me voy vaciando para que El pueda llenarme). Puedo colocar mis manos en una postura que me haga presente esa actitud : sobre los muslos con las palmas hacia arriba, por ejemplo. Consciente de la respiración, dejo que los pensamientos lleguen, los observo , pero no me agarro a ellos, los dejo irse. hago lo mismo con los sentimientos: los observo , y los dejo irse. Hago lo mismo con las emociones : las observo y las dejo irse… respiro y me dejo en las manos del Señor. Puedo permanecer en este ejercicio unos 5 minutos. Después , lentamente, abro los ojos si es que los cerré, y puedo ahora seguir mi estilo de oración, leyendo la Palabra, oraciones y salmos… o seguir en quietud, recibiendo lo que el Señor quiera darme.

- sentado, sentada, con la espalda recta, sobre los dos isquiones, me hago consciente de mi respiración, y a través de la respiración, me voy haciendo consciente de cómo vengo a la oración ( acelerado, triste, cansada, en paz, contenta, apurado… ) . En cada expiración voy dejando salir esos sentimientos, actitudes… y los voy dejando en manos del Señor : (yo estoy así, El se encarga de mí, yo me voy vaciando para que El pueda llenarme). Después de un par de minutos en esta actitud, fija tu mirada en un objeto de la capilla o del lugar en el que estés : una vela prendida, la luz del sagrario, una imagen… El ejercicio consiste en permanecer con los ojos abiertos, sin pestañear, al ritmo de la respiración, vigilante sobre el objeto, sobre un punto del objeto ( la parte de la llama que está más brillante, por ejemplo ), dejando que el objeto “me hable”.Si los ojos lloran, dejarlos que lloren,, se están limpiando . Cuando tengo que cerrar los ojos, pestañeo brevemente y vuelvo a fijar la mirada sobre el objeto. Permanezco en el ejercicio unos cinco minutos .Después cierro los ojos y permanezco con los ojos cerrados por unos instantes, recorriendo sensaciones, sentimientos, emociones, sin dejarme atrapar por ellas. Lentamente abro los ojos y puedo continuar con el estilo de oración que hago normalmente o permanecer en quietud, a la espera de lo que el Señor quiera regalarme.

- sentado, sentada, con la espalda recta, sobre los dos isquiones, me hago consciente de mi respiración, y a través de la respiración, me voy haciendo consciente de cómo vengo a la oración ( acelerado, triste, cansada, en paz, contenta, apurado… ) . En cada expiración voy dejando salir esos sentimientos, actitudes… y los voy dejando en manos del Señor : (yo estoy así, El se encarga de mí, yo me voy vaciando para que El pueda llenarme). Voy a prestar atención al sonido de mi respiración: para ello con los pulgares de las manos voy a tapar los oídos, colocando el resto de los dedos y la palma de la mano sobre los ojos y simplemente, voy a respirar contando del siete hacia atrás: el sonido de la respiración es como el de las olas del mar. Después de este ejercicio permanezco con los ojos cerrados escuchando los sonidos que soy capaz de captar defuera de donde estoy hasta dentro de mi : fuera de la casa donde estoy, en la casa, en la habitación en la que me encuentro, dentro de mi cuerpo, en lo más hondo de mí… permaneciendo en esa actitud receptiva por un par de minutos en cada lugar. Cuando llego a mi interior permanezco lo más que pueda, atento , atenta a los movimientos que ahí se producen. No trato de adueñarme de lo que pasa, simplemente, observo y dejo en manos de Dios y después, agradezco. Puedo seguir con el tipo de oración que normalmente hago o seguir en quietud y esperar lo que el Señor me quiere entregar.

- Pueden utilizar el ejercicio que hicimos en el encuentro, que implica ir haciéndonos consciente de todo el cuerpo, preparándolo para estar en paz y sin barreras para escuchar al Señor ( lo tienen en la síntesis que les mandamos ).
- También pueden utilizar el ejercicio de las manos en el corazón que les mandamos en la preparación al encuentro.
- Los pueden hacer en silencio o con una música de fondo, como les guste más.

Como ven, los ejercicios están pensados para utilizar nuestro cuerpo y así poder acceder de una manera más gustosa a la Palabra. Y como ven, siempre empiezan y terminan igual. Lo ideal sería que el /la animador/a de la interioridad los utilice primero en su oración personal, para irse haciendo con el ritmo ( pueden acordarse del encuentro : de hecho uno lo hicimos allá ) y acomodarlos a la circunstancia de su comunidad concreta y después, realizarlo en una oración comunitaria. Después se pueden dejar pinchados en algún lugar para que los hermanos tengan acceso y puedan repetirlos en su oración personal, retiro…
Bueno, queridos hermanos y queridas hermanas. espero que les sirva para ponerse a la escucha atenta de la Palabra, como María y dejarse preñar, como ella, de la Buena Noticia.
besos
Toni.

viernes, 27 de noviembre de 2009

MAGNIFICAT


ESPIRITUALIDAD DEL MAGNÍFICAT (Alfonso)

La “espiritualidad del magníficat” tiene a María de Nazaret como protagonista en sus múltiples aspectos: madre, mujer, hija del pueblo, amiga, creyente, joven y pobre. El arraigo que ella tiene en Argentina, y creo que en toda América Latina suscita al recién llegado de Europa sorpresa e incapacidad de comprensión, porque aparece como sentimiento no tematizable racionalmente. Pero no ahondar suficientemente esta dimensión nos impide conectar con “el alma joven y pobre” del pueblo latinoamericano:

Madre. Está muy arraigada en la cultura de los pueblos originarios la “Pachamama” o “madre tierra”, ese sentimiento de agradecimiento y pertenencia ecológica a una tierra de la que venimos y a la que regresamos, “de quien recibimos la vida y a quien con la nuestra engendramos”, que se manifiesta en una veneración por la madre de modo muy superior al padre. Pienso que este sustrato cultural está presente a la hora de contemplar en María su maternidad, como Madre de Dios y Madre nuestra. Es cierto que esta veneración mariana puede rayar en idolatría al colocarla por encima de Dios mismo, pero nos enseña a desplegar el rostro maternal de la comunidad, como hogar de acogida incondicional, de relaciones de amor condescendientemente asimétricas, tal como Francisco de Asís recordaba: entre hermanos amaros como una madre ama a sus hijos.

Mujer. Ser mujer en América equivale en muchos casos a ser abandonada y oprimida en un contexto aún marcadamente machista, generador de muchas madres solteras. María representa el rostro vulnerable con el que muchos pueden identificarse en su propia fragilidad, recibiendo ternura y vigor genuinamente femeninos. La dimensión femenina puede desarrollar ese “anima” compasivo y paciente que equilibre un “animus” masculino vinculado a lo proyectivo y a la acción.
Hija del pueblo. La evangelización colonial primera venía asociada a una paradoja que los indígenas no podían comprender: el Dios crucificado de los conquistadores era celoso y cruel y no permitía más que el sometimiento y la imposición cultural. La evangelización en América recibe un fuerte impulso desde la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego: dialoga con un pobre y oprimido en el idioma del pueblo, vestida con la ropa típica. María de Guadalupe, como multitud de otras invocaciones, es ejemplo de evangelización inculturada, por lo que es sentida como propia por los sectores más humildes en los que más fuertemente arraiga la religiosidad popular.
Amiga. La amistad es un rasgo muy valorado en Argentina, y se verifica en la visita que abre al encuentro, al diálogo íntimo y al servicio generoso. Un ejemplo paradigmático es el de la visitación de María a su prima Isabel, donde los anteriores elementos se ponen de relieve. Hacer experiencia de visitación exige éxodo saliendo de las propias seguridades y posibilita la correspondencia de modo que la comunidad visitante, que se arriesga a jugar en campo ajeno, sea luego visitada y muestre su amistad hecha hospitalidad.
Creyente. El himno del magníficat es el primer manifiesto de teología de la liberación, cargado de fuerza subversiva y revolucionaria, fruto de una fe que es memoria agradecida y de una esperanza inquebrantable en el Dios de los pobres. Su fe es traducible en estilo de vida bienaventurado y comprometido.
Joven. Ella es espejo desde el que comprender la audacia de tantos jóvenes por hacerse cargo de su vida y de la de otros. En María joven tenemos el modelo de identificación más claro con el que volver a las fuentes del amor primero y renovar y revivir el carisma fundacional. Junto a ella contemplamos al Hijo crucificado, joven y pobre, viviente en el hombre oprimido.
Pobre. La pobreza puede ser humillante y deshumanizadora, ajena y opuesta a la voluntad de Dios, pero también hay una pobreza que es evangélica, terreno fértil donde crece la bienaventuranza y la confianza firme en la Providencia. La pobreza de María en Nazaret y Belén, la intemperie de sus caminos y la compañía sufrida junto a su hijo en la cruz se actualizan en tantas situaciones que vemos o escuchamos cotidianamente.

El niño, el buey y la mula

El Niño, el buey y la mula
2007-12-21
Los evangelios no hablan del buey y la mula que habrían estado en el pesebre junto a Jesús sobre las pajas. Pero la tradición habla de ellos. Su historia es conmovedora y encanta a niños y adultos. Y en estos tiempos ecológicos adquiere un significado especial. Vamos a contar la verdad de esta historia antigua que es narrada a su manera en cada lengua.
Un campesino tenía un buey y una mula muy viejos e inservibles para el trabajo en el campo. Se había encariñado con ellos y le habría gustado que muriesen de muerte natural, pero se consumían día a día. Así que resolvió llevarlos al matadero. Cuando tomó la decisión se sintió mal y no consiguió dormir en toda la noche.
El buey y la mula notaron que había algo raro en al aire. Movían inquietos sus osamentas sin poder dormitar. La vida había sido dura. Habían pasado por varios dueños. De todos habían recibido muchos palos. Era su condición de animales de carga.
Hacia la media noche, de repente sintieron que una mano invisible los conducía por un estrecho camino hacia un establo. Decían entre sí: «¿Qué nos obligarán a hacer en esta noche fría? Ya no tenemos fuerzas para nada».
Fueron conducidos a una gruta donde había una lucecita trémula y un pesebre. Pensaban que irían a comer algo de heno. Quedaron maravillados cuando vieron que allí dentro, sobre unas pajas, tiritando, estaba un lindo recién nacido. Un hombre inclinado, José, procuraba calentar al niño con su aliento. El buey y la mula comprendieron inmediatamente. Debían calentar al niño. También con su aliento. Acercaron sus hocicos. Cuando percibieron la belleza y la irradiación del niño sus viejos esqueletos se estremecieron de emoción. Y sintieron un fuerte vigor interno. Con sus hocicos bien cerquita del niño empezaron a respirar lentamente sobre él, y así se fue calentando.
De repente, el niño abrió los ojos. «Ahora va a llorar», dijo la mula al buey, «verás que le asustaron nuestros feos hocicos». El niño, por el contrario, los miró amorosamente y extendió su pequeña mano para acariciar sus hocicos. Y seguía sonriendo, como si fuera una cascada de agua.
«El niño ríe», dijo José a María. «No para de reír». «Debe ser que le hizo gracia el hocico del buey y la mula». María sonrió y quedó callada. Acostumbrada a guardar todas las cosas en su corazón, sabía que era un milagro de su divino niño.
El hecho es que los propios animales se sintieron alegres. Nadie les había reconocido ningún mérito en la vida. Y he aquí que estaban calentando al Señor del universo en forma de niño.
Cuando volvían hacia casa notaron que otros burros y bueyes los miraban con un aire de admiración. Estaban tan felices que al avistar la casa, hasta se arriesgaron a un galope. Y ahí se dieron cuenta de que estaban realmente llenos de vitalidad.
Volvieron al establo. Por la mañanita vino el patrón para llevarlos al matadero. Ellos lo miraron compungidos, como diciendo: «¡déjanos vivir un poco más!». El patrón los miró sorprendido y dijo: «¿pero son éstos mis viejos animales?, ¿cómo es que están tan vigorosos, con la piel lisa y brillante y las patas firmes y fuertes?»
Y dejó que se quedaran. Durante años y años sirvieron fielmente al patrón. Pero él siempre se preguntaba: «Dios mío, ¿quién trasformó de repente en jóvenes y robustos a aquella mula y aquel buey tan viejitos?» Los niños, que saben del niño Jesús, pueden darle la respuesta.
Con el Niño, el buey y la mula les deseo «Feliz Navidad a todos los lectores y lectoras».

Leonardo Boff (enviado por María Isabel Viñas - Ituzaingó)

martes, 24 de noviembre de 2009

Disponer nuestros sentidos en vigilante esperanza


Un dibujito que me regaló hace tiempo María Isabel (una hermana asociada de Ituzaingo) puede servir para disponer nuestros sentidos en vigilante esperanza... y para avanzar en un camino abierto: el cuerpo como acceso a mi mundo interior y lugar de encuentro con su presencia encarnada... (Jesús Alonso)

lunes, 23 de noviembre de 2009

Notas Pastorales. (Alfonso)


ADVIENTO: NOTAS PASTORALES
El tiempo litúrgico del Adviento tiene una doble significación: a la vez PREPARA para conmemorar la VENIDA HISTÓRICA DE CRISTO, y también mantiene en EXPECTATIVA por la venida final o Parusía del Señor.
1. Actitudes cristianas
La liturgia de Adviento invita a vivir algunas actitudes esenciales del cristiano:
· Espera vigilante y gozosa.
· Tiempo de verdadera conversión.
· Tiempo de confianza plena en Dios.
· Tiempo de vivir la sencillez y la sinceridad.

2. Recomendaciones para singularizar el Tiempo de Adviento
LA CORONA DE ADVIENTO: es costumbre que en esta Corona se coloquen cuatro cirios. Ha de estar colocada estéticamente pero que en ningún caso debe resaltar más que el Altar, la Sede o el Ambón. Es sugestivo disponerla de tal forma que durante el ciclo navideño, se convierta en el lugar donde se ubique la imagen del Niño Jesús en medio de las cuatro velas encendidas.
Las velas de la Corona del Adviento pueden encenderse sucesivamente en cada uno de los cuatro domingos al inicio de la Misa Dominical después del saludo del celebrante.
3. Los ICONOS
Representan a los Modelos de la Espera de Cristo:
· El profeta ISAÍAS: encarna la espera del Rey Mesías.
· JUAN BAUTISTA: es el Precursor, cuyas palabras de invitación a la “Penitencia”, dirigidas también a nosotros, adquieren actualidad durante las cuatro semanas de Adviento.
· JOSÉ DE NAZARET: hombre justo que pone en manos de Dios su vida totalmente dedicada al cuidado de María Santísima, su esposa.
· MARÍA, LA MADRE DEL SEÑOR: en ella culmina y adquiere una dimensión definitiva toda la esperanza de los pobres del Antiguo Testamento. Por tanto, durante todo el tiempo de Adviento es oportuno colocar en lugar destacado una imagen de María discretamente adornada e iluminada.

4. La oración del Padrenuestro
En Adviento el Padrenuestro tiene un sentido muy propio por lo que se refiere a la segunda petición: VENGA A NOSOTROS TU REINO: que venga al universo entero el Reino prometido y nazca aquel cielo nuevo y tierra nueva, anunciado e inaugurado por Jesús. Será muy provechoso introducir esta oración dominical con una monición apropiada.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Fiesta del Espíritu Encarnado

Hermanos, les subo el video de la fiesta del Espíritu que nos hizo María
Un beso muy grande para todos!!

Solidaridad... El amor de los más pobres.



En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa, para contarnos el caso de una familia hindú de ocho hijos. No habían comido desde hacía ya varios días. Nos pedía que hiciéramos algo por ellos. De modo que tomé algo de arroz y me fui a verlos. Vi cómo brillaban los ojos de los niños a causa del hambre. La madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos partes y salió. Cuando regresó le pregunté: qué había hecho con una de las dos raciones de arroz. Me respondió: "Ellos también tienen hambre". Sabía que los vecinos de la puerta de al lado, musulmanes, tenían hambre. Quedé más sorprendida de su preocupación por los demás que por la acción en sí misma. En general, cuando sufrimos y cuando nos encontramos en una grave necesidad no pensamos en los demás. Por el contrario, esta mujer maravillosa, débil, pues no había comido desde hacía varios días, había tenido el valor de amar y de dar a los demás, tenía el valor de compartir. Frecuentemente me preguntan cuándo terminará el hambre en el mundo. Yo respondo: Cuando aprendamos a compartir". Cuanto más tenemos, menos damos. Cuanto menos tenemos, más podemos dar. Madre Teresa de Calcuta